miércoles, 23 de octubre de 2013

"ENTREMESES... Y DE SEGUNDO UNO DE TUS DÍAS"

          Aún hoy recuerdo el día que perdiste el juicio y te amonestaron verbalmente por ese desmedido derroche de argumentos del que hacías gala en todas y cada una de las conversaciones nocturnas. Al igual que el día que estrechaste la mano al presente, mientras dabas la espalda al pasado... y tus pupilas peregrinaban torpes con la vista puesta en el horizonte difuso de un futuro que no existía.

          No cuesta esfuerzo alguno citar aquel otro día en el que todos te dictaban sin pausas un desagradable torrente de renglones sin escribir en tu hoja de ruta. Mientras tú, amparada entre espacios en blanco, sumías las noches con piruetas mentales contorsionadas delante de los estáticos relojes que colgaban de la pared.

          Sería imposible olvidar el día que te expulsaron del aula de filosofía a precio rebajado por bostezar con descaro. Nadie se percató de que te mecía la encarecida soledad nerviosa a todas horas, y un sinfín de ideas cantaban la nana del "... Duérmete ya".

          Que no se pase por alto el día que pudo ser sí... y fue no. Sin tener en cuenta que una desenfadada preocupación se vistió de pensamiento crudo. Es conveniente hacer mención a ese día en el que tu maniatada personalidad se liberó e hizo una purga de abrazos y sonrisas. Cómo definir esa forma de provocar el sangrado a uno y otro párrafo en pulsaciones ajenas que cicatrizan a plena luz del sol.

          ¿Qué decir de tú súbito acto de renuncia a toda afiliación en los gremios de la incredulidad? Pues que era sabido que la solicitud de ingreso en el club de las sombras inocentes estaba aceptada desde muchos días atrás.

         Ah! Y sobretodo hacer mención a tu día. Sí, aquel en el que el sol dejó a la luna sin postre... Y la niebla mareó a la claridad negándole los juegos de adivinanzas.

martes, 11 de diciembre de 2012

"NO" (Manual de instrucciones para aprender a nadar en un pantano repleto de alimañas con dentera y hambre atrasada / Parte ll )

          No te alteres cuando las excusas pronunciadas sean un lastre a la hora de alzar el vuelo. Subraya de manera introspectiva los silencios. Guárdalos entre pecho y espalda, y cierra con dos vueltas de cerrojo la caja torácica del sonido vacío de tu respiración.
         No fijes miradas sobre cualquier horizontalidad inexpresiva en formas y gestos.
         No confieses tus coordenadas. Que dar contigo sea más complicado de lo normal. Que se queden las vergüenzas ciegas de mirar el mapa de tus pupilas al trasluz del sol.
         No te extrañes de que los hematomas del papel te digan que son los tachones de una fría sala de urgencias. La tinta... sangre sin coagular, que avanza por los renglones caligrafiados a bocajarro. Esos fusilamientos utópicos en el paredón craneal; haciendo de cada cargador de ideas una macabra y fugaz ráfaga de letras.
        No prestes todo en su totalidad a la nada infinita. Ni te creas su ofrecimiento a devolverte las compañias invertidas.
        No viertas en tus tímpanos voces que al ser registradas en el pabellón auditivo ya denotan una carencia de legalidad en sus pronunciaciones.
        No dejes flotando en aguas de borrajas a tus palabras de peso. Déjalas que braceen rompiendo sus manos contra la corriente. No suelen sumergirse, lo sabes... son más de dar la cara, y aguantar la respiración presionando sobre sus fosas nasales.
        No permitas que tus pies se asusten al contacto con la gelidez del acero. Susúrrales que estás con ellos de paso, y algunas veces de vuelta, pero sobretodo no los detengas.
        No huyas si la falsedad remueve en el mortero de tus convicciones los cuajos mentales que nunca se cortan.
        No te relajes mientras los fuertes abrazos te asfixian. Mantente lejos de los besos del gas, y del aliento del humo.
       No te doblegues, y demuestra el aplomo necesario para soportar gargantillas afiladas, coronas de espinas encajadas a presión, y medallas ardiendo recien sacadas del fuego vivo.
       No olvides a la intemperie a tus ilusiones. La hipotermia las convertirá sin piedad en una presa fácil... y puede que entonces, al atraparlas a todas, te pregunte el eco de tu voz... ¿Y ahora qué sueños vas a perseguir en tus noches?

jueves, 15 de noviembre de 2012

"IMAGINÉ"

           Existía una diferencia respecto a otros días, y era que esa tarde por alguna extraña razón le sobraba todo, incluso el tiempo. Esos espacios que su reloj le iba dictando; en calma, pero con la constancia de que ni estaba, ni lo esperaban. Por lo tanto, las prisas se evaporaban por las fallas de sus costillas.

          Recordó aquello de que el mejor sitio para ir es a ninguna parte. Que el rumbo es otra de tantas obligaciones a las cuales nos sometemos con respiraciones agitadas por miedo a la desorientación. Y en esos instantes le sobraban todos los puntos finales. Qué frío hace en las travesias polares de los pies a la cabeza, qué gélida caricia recorre la espina dorsal al mirar tumbado el paso de los tubos fluorescentes que iluminan la antesala del túnel.

          Ese día, que puede que sea hoy, esperó su turno para viajar, sentado en el andén, y haciendo girar un bolígrafo entre sus dedos. Recordó que con tres o cuatro años, hablaba poco, pero le pedía a su madre la sesión circense que tanto le gustaba de mundo subterráneo. Tal vez ya por entonces el insípido sabor de la superficie le parecía monótono y aburrido. Si miraba hacia arriba... ni el cielo le parecía tan bonito, ni el infierno tan feo. No veía día y noche, sino sol y luna... rayos y estrellas. Por eso adentrarse en las entrañas de la urbe era su atracción y juego favorito. Viajar en aquellas serpientes de metal chirriante, que parecían desplazarse a velocidades mucho más altas de las que seguramente alcanzaban, a la vez que disfrutaba en un discreto pulso particular entre la gravedad y su equilibrio.

       La imaginación. Un regalo de la infancia. Un juguete en la mente. Marioneta a la que algunos le cortan los hilos y guardan en un cajón porque un falso tiempo les marca eso, y no su voluntad. Sin embargo, quedaban casos como el que se cuenta en estas líneas, de esos que la conservan en una caja sin cerrar debajo de la cama; sacándola de vez en cuando para pasarle un paño y dejarla aceptablemente pulida, para así desplegar sus articulaciones con alegría.

      Por eso recaló en su estación, y volvió a ver en el subsuelo unas vías en un minúsculo precipicio, que para él siguen siendo los fosos de las serpientes, por los que pasan con ojos encendidos en intervalos de cinco minutos. Y así, durante un rato se dejó transportar en sus tripas a ninguna parte. No se olvidó de deformar su lingote de plastelina roja intentando amasar esos pensamientos que toman a veces forma de imaginación. Por eso moldeó ideas, situaciones, y recuerdos. Hasta que un vahído en sus ojos le sumergió en los sueños.

     Cree, y quiere seguir creyendo que tras la última estación, la serpiente no se detendrá, y continuará hasta estrellarse contra una pared azul. Así lo refleja el mapa de estaciones que está en la parte superior de cada puerta.

    Dará una y mil veces las gracias maternas por esos viajes a un mundo imaginario. Por esos incentivos abstractos de paseos campo a través en alguna irrealidad. Por enseñarle la facilidad de la tozudez,  obteniendo de resultado la satisfactoria acción de sacar el jugo a los frutos de cualquier fábula inventada. Por esas ausencias que le acompañan. Por el sencillo y añorado gesto de subirle el cuello y abotonarle el abrigo. Por recordarle que ya es tarde, que hay que regresar.


   Dejad de soñar, dejad... pero luego que nadie se queje que la realidad está cruda y cuesta mucho masticarla (algunos se van a dejar los dientes de tanto morder). Dejar soñar, dejar...

jueves, 18 de octubre de 2012

" UNO DE TANTOS "

                  "El ciudadano Z", sí. Llamémosle de esta forma. Que bien podrías ser tú, ella, aquel, o incluso si me apuras... hasta yo mismo. ¿Por qué "Z"? Te preguntarás. Pues es debido a que por "A" o por "B" están muy manoseadas, al igual que la tercera variable de turno, o sea "C". Lo lógico habría sido bautizarlo como "El ciudadano X", pero también se encontraba muy gastado. Además, suena a empate; a término medio, a neutralidad... y todo esto junto, no es otra cosa que un verlas venir tras el amparo de una barrera de escondida claridad. Sirva de plus argumental la tan usada frase de "Paga el último"... y seguido de "Z" no viene nada....

                 Aquel anochecer de otoño "El ciudadano Z" emergía del suburbano transportado con ligera inclinación ascendente a bordo de una escalera mecánica. Acostumbrado al volante de su automóvil, eso de ir con una mano en una cinta de goma dura que le acompañaba en su ascensión, era como poco para sentirse como los objetos que manipulaba, y pasaban por las secciones ordenadas en aquella factoría, en la que desde hacía casi veinte años hipotecaba ocho horas de su existir cotidiano a cambio de un salario con el que ser otro más en la otra cadena, la de esta vida.
                
                  Una vez en la superficie, se recostó en la primera estructura sólida que tuvo cerca. Era el momento de dejarse atrapar por el aislamiento reflexivo a modo de observación sobre su radio de visión más cercano. Se ajustó con un gesto medidamente perfecto el auricular derecho a su respectivo oído. Siempre se le salía, a consecuencia de su manía de mirar de vez en cuando al suelo con una inclinada orientación a la izquierda. Hay que decir que ese intermitente gesto respondía a verificar que su sombra seguía ahí, a esas horas gracias al alumbrado público, pero estaba.
                
                 La acera lucía una barnizada capa de humedad tras la tormenta pasajera que minutos antes había descargado con fuerza. Entonces pulsó el minúsculo botón del "play" en su "music-opiáceo" mp-3, siempre con la memoria saturada de sinestésicas melodías. Se armonizaba su nervio con el vuelo de una mosca, el cantar de unos pájaros, y unas campanas que doblaban con medidos intervalos de fondo... "High hopes". Así empezaba el reparto de papeles.

                Le llamaron la atención cuatro personajes en concreto. Por un lado una mujer, que se hallaba a medio camino, en el puente ese en el que pasaba para sus allegados de señorita a señora. Miraba con impaciencia su reloj amarillo muy a la última, con esfera exageradamente grande, y libre de números que situasen las horas en sus espacios. Con la otra mano sujetaba un paraguas que todavía goteaba; Abierto debía ser algo así como un tablero de ajedrez. Pero... por la inquietud de sus ojos, de un lado a otro, buscando a su principe...  y su talón chocando una y otra vez contra el adoquín, sin que su estática postura perdiera un ápice de aparente entereza, bien pudiera no tener ningún fleco de vulnerable crudeza agrietada. ¿Sabrá que ya no existen? Ni azules, ni en color sepia. Debe ser que prefiere no acordarse de aquel estribillo que lo dejaba claro, o tal vez nunca llegó a escucharlo, o no quiso. ¿Iba a ser nuestro "Ciudadano Z" el aguafiestas? No, ciertamente, e inciertamente menos si cabe.

                  Justo al otro lado, en sentido opuesto, divisaba a una anciana que estudiaba la repostería de las bandejas en el expositor de una pastelería. "El ciudadano Z" recordó aquella conversación de barra en la que su otra figura dialogante, afirmaba con cierto regusto de alquímica resolución que la vejez era una vuelta al principio, al punto de partida; con la experiencia por bandera, pero el cuerpo gastado. Y puede que fuese su forma transgresora de mandar a paseo los consejos médicos, o de premiarse por esa escalada a la cumbre de la vida en solitario. Seguro que en la axfisiante soledad que rodeaba las estancias de su viejo piso de paredes empapeladas con figuras geométricas, y fotos enmarcadas de los que un día estuvieron y ya no están. Con la compañia de unos muebles que cojeaban de viejos... como ella,  no paraba de pensar en el momento ese en el que su caprichosa merienda sería el eje de su "hoy respiro... mañana quién sabe".

               Los otros dos personajes, pese a no estar juntos en la misma mesa de la terraza del "Zurich", bien podrían ocuparla conjuntamente, la verdad. Un intercambio equitativo de vidas propias. Al "Ciudadano Z" le resultaba paradójico ver al "triunfito financiero de turno" ostentando su posición; con el miedo ese, que aunque no quiera, se intuye. Pues teme que en algún despiste se denote su poco argumento como persona. Su pétreo gesto de seguridad escondía algo de fragilidad. Mientras, se alisaba con cuidado la corbata color mostaza; que seguramente le habría regalado su mujer por su recien estrenada paternidad y entrada en la cuarentena. Desconocedora, o no, de que entre corona y corona, de joyas y detalles, de coches de gama alta con los que su marido la obsequiaba, tambien se encontraba alguna que otra cornamenta. De esas que se llevan a casa en la maleta muchos altos ejecutivos al volver de sus viajes de negocios.

              El otro no daba para mucho más. Lo tenía fácil "El ciudadano Z" para reservarle un hueco en su guión de diez minutos. Saltaba a la vista, y sin disimulo alguno que "El tirao versión 2.0" era carne de Pedralbes jugando a ser l´enfant terrible por las calles peligrosas del centro. Pero claro, no iba a pasar de secundario. Para tener más relevancia en la trama debería no haber usado su Visa hinchada al menor lloriqueo en el primer sonar de tripas.

           Anticipándose a cualquier desmoronamiento que le trastocara la columna vertebral de sus imaginarios guiones... "El ciudadano Z" separó su costado  de la barandilla de la boca del metro, y se perdió entre la muchedumbre, cual fugitivo exiliado en la fantasía, que vuelve para abrazar por la cintura a la realidad en una distensión de equilibrada calidez. Mañana sería otro día, e igual que hoy, se detendría otra vez a crear vidas alrededor de sus percepciones.

          Por lo tanto, no te tomes a mal si un miércoles cualquiera "El ciudadano Z" no se detiene a contestar a tu encuesta sobre la calidad del agua del grifo. Que no es que no quiera, pero todo el mundo tiene un día tonto en el que no se ve capaz de apadrinar a nadie, ni de apoyar ninguna causa... y dificilmente solidarizarse con colectivos, o rubricar un garabato para salvar a las ballenas... Hoy no, de verdad, que seguro que le apena, y le duele en el alma, pero está convencido que el mundo girará igual si no se apunta a esa campaña para compartir coche con otros usuarios con el fin de no contaminar... De que el pueblo Saharaui seguirá sometido a un injusto trato, con o sin él... y que por mucho que le insista la chica de rojo con su cautivador tono de voz, y le cuente que tal entidad bancaria no le va a cobrar ni mantenimiento, ni tarjeta, ni comisiones por domiciliar la nómina... Nada. Que vivirán igual, con o sin él, y lo saben, pero... por si acaso.

          Lo dicho, que nadie se enfade, pero pondría mi mano, y el brazo entero en el fuego, a que "El ciudadano Z" está más que harto de dejarse olvidada, que no abandonada, a su sombra cada vez que se detiene a observar. Ah, cuentan por ahí que su sombra argumenta que lo de "Z" no es otra cosa que una mirada fija al frente, seguida de otra cruzada, para comprobar si sigue a su lado, escapando a otra parte.




               




       

                   

miércoles, 1 de agosto de 2012

LE HA DADO EL PUNTO, Y AL BLOG EL APARTE (de aquí)

             Arranca, ¿sabes?
             Le ha costado debido a la inactividad, y a ese olvido al que había sido relegado lo que un día se convirtió en pasatiempo; en evasiones a una autopista en la que los teléfonos de socorro tienen los cables pelados, y las llamadas comunican continuamente. La operadora está visionando la secuencia más misteriosa de "Lost highway", y no quiere que la distraigan. Así que... mejor no salirse de lo que delimitan los márgenes... mejor.
            
            He sacado la tuerca de mi rueda de repuesto, y me he encontrado con que todavía tenía parcheada una despedida contigo. ¿Te acuerdas del sabor nicotinado entre párrafo y párrafo que dejaban las respiraciones ahumadas en suspendidas expiraciones? Yo... ya no.

           No hay verbena sin fiesta, y tal vez al no haber baile, no haya orquesta. Y aunque Bogart diga que queda París, yo no me lo creo. Menuda panda de imbéciles están hechos los que plantan soberbia en sus ajardinados camposantos de pensamiento aparentemente humilde.  Lo que queda tras la tormenta es silencio, y miradas al cielo; buscando ese destello que sobrevuela por encima de unos desordenados escritos abortados. Esos que se amontonan en cajones.

          Me gusta, sí... me seduce la vista el tono amarillento. Y el olfato se tranquiliza  con ese olor a naftalina con el que el tiempo les obsequia. Son arrugas entre líneas, aunque sinceramente... los años no los mejoran, seamos un poco, y algo más claros ante la evidencia.

         Si los pasos que hay que contar hasta quedar en el vértice del abismo no se hacen a ojo, no hay doble lectura que dure cien años, y mientras... el sádico de Dios aprieta a la humanidad sin ahogarla. A duras penas veo a Tadeo en su puesto ambulante. Malvive, me cuentan. Por lo visto permanece inquieto cada noche, esperando vender las monedas de coleccionismo que pasaron de mano en mano hasta ir a parar a su zurrón. Todo sea por el bien de pagar los platos rotos de la última cena.

          Un día igual resucitamos, mira tú... y aunque resulte un fastidio para muchos, sonreimos y brindamos en una lírica borrachera de sonetos, sin ningún tipo de coherencia ni rigor. Lo mismo nos atrae ese desafio de que no nos atrevemos,  y nos da por descolgar la llave del letrastero con ese gesto rápido de manos. Aquel arte que los carteristas de las cartas dirigidas a la basura nos enseñaron. Aquello sí que era un misivo reciclaje. Vertederos de papirus eh, menudo festín de membretes eh.

         Ahora que lo pienso... no sé si el cerrojo girará. Lleva el pomo de la puerta un par de inviernos dormido. Dudo... dudo de si es buena idea exhumar montones de hojas que descansan en paz.

         El acelerón hace que el último pensamiento se pierda carretera arriba. ¿Dónde irá? -se preguntarán. A otro sitio; a un lugar llamado "Lejanía". Allí, según me han contado, se escenifican las novelas de Shakespeare, a la vez que Sinatra canturrea sus maneras de vivir en los aniversarios de los veteranos mutilados del Vietnam... No se si el capitán Kurtz comprará ambientadores con olor a napalm, pero... entre tanto desvario, me quedo observando como a Neil Young le salen canas en sus patillas esperando huracanes.

       El "Dance me to the end of love" suena pasado de aguja, que sí... que Joplin no volverá al Chelsea hotel... pero por si acaso... guardaremos silencio, pues por los rincones siempre queda el eco de un ángel y su voz rota ("When the angels sing").
      
       Depósito lleno de cuentos, cuenta-kilómetros a cero. Ruedas lisas al borde del reventón a cada frase, y un bolígrafo que se trae entre manos algún que otro volantazo brusco con tachones.
 
     

       

domingo, 10 de abril de 2011

LENGUA & LABIOS

LENGUA- Buenas noches.
LABIOS- Ya hemos notado que te has despertado eh.
LENGUA- Sí, y en vuestro desapego me he permitido unos fregados horizontales. Así de paso, os dejo algo de brillo, que falta os hacía.
LABIOS- Descansábamos de unas flojas sonrisas. Ahora que cuentan por ahí que escasean, no procede el ir derrochándolas alegremente entre el mentón y las mejillas. Únicamente hacemos estiramientos, pero sin forzar, que a la mínima molestia nos lesionamos. Las sobrecargas de las de compromiso y "bienquedas"... han dejado nuestra musculatura resentida. Y ahora básicamente, las hemos relegado a la suplencia en nuestra ensanchada expresión; salen a jugar si no queda otro remedio, pero vamos... que igual les retiramos el dorsal haciéndoles un homenaje y todo.
LENGUA- ¿No será que os ha cosido la sinceridad con su aguja afilada y de pespunte visceral?
LABIOS- Tal vez... puede. Por eso nos sientan que ni pintadas tus capas de saliva. Y además, nos disimulan las grietas de inexpresividad.
LENGUA- Bueno es saberlo.
LABIOS- Que nos dejas satinados de exquisito cianuro ya lo sabes, que no te quepa la más viperina duda.
LENGUA- Me suelo mover en esos compases, y lo que el silencio ha unido... que no lo separe una pregunta a destiempo. Que de vocalizaciones claustrofóbicas que migran cambiando de tono están los oídos llenos.
LABIOS- ... A no ser que el agobio nos críe, y con nuestra anárquica actitud nos juntemos.
LENGUA- No... miradme a mi... no aprendo del todo nunca a estar quieta. Hasta el día que una decapitación dental me corte de cuajo. A estas alturas pierdo la cuenta de los mordiscos y muescas si me miro y las contabilizo. Y ya lo dice el refranero locuaz... "Tanto va la sinhueso al mordisco que..."
LABIOS- Mucho pico y pocas nueces. Que luego eres inofensiva.
LENGUA- Sí, es cierto. Porque más de una vez me muerdo y trago mi mala sangre; una imprudencia muy prudente.
LABIOS- No te apures. Tenemos parientes labiales expertos en la falsificación; el beso de Judas... técnica de doble ejecución.
LENGUA- Pero de esos no gastáis vosotros ¿no?
LABIOS- No hemos llegado a la nota; ensayando en ese coro siempre desafinamos. Por lo cual la expulsión liberadora está bien justificada.
LENGUA- Vaya...
LABIOS- Somos más simples. Nosotros no sabemos de servilletas tejidas con el hilo del egoísmo, no... si nos damos de morros en el barro, nos basta con un poco de agua corriente y la palma de la mano para despejarnos.
LENGUA- Pero en lo que al gesto de besar se refiere hay un extenso surtido, por lo que he podido observar ¿no?
LABIOS- Correcto, y nosotros por ser uno de tantos millones de distribuidores de tan variada gama, te lo confirmamos.
LENGUA- Es que fijaos en las diversas reacciones y sensaciones que llevan consigo.
LABIOS- Pues... desde sensaciones dulces y saladas... hasta insípidas y agrias. Ya que no es lo mismo, aunque sea igual, el de bienvenida que el del adiós; el espontáneo del estudiado, etc... etc.
LENGUA- Me parece una actividad interesante la vuestra, y poco rutinaria.
LABIOS- Definámoslo mejor de oficio; no remunerado, altruista, y de agradecida elaboración en la mayoría de los casos. Pero para empaparte más del tema, mejor que llames a los besos un día, y que te pongan al corriente de su ser y estar.
LENGUA- Pero hay tantos...
LABIOS-  Por supuesto. Te sugerimos a los del cariño y los del amor. Viven juntos muchas veces, pero no son iguales. Aunque se engañen mutuamente de manera consciente. Nosotros presentamos oralmente hasta una tesis labial del tema en cuestión.
LENGUA- ¿Y si tenemos algo que ver nosotros en eso? ¿No dicen que el roce hace el cariño?
LABIOS- No lo creemos. También se comenta muchas veces eso de que el amor es ciego... y simplemente puede que mire hacia otro lado, según le convenga.
LENGUA- Vale, os haré caso... un día, o noche mejor... me descuelgo y marco sus números.
LABIOS- Insiste eh, que siempre están comunicando.
LENGUA- ¿Y porqué no los llamáis vosotros?... hay más confianza.
LABIOS- ¿Nosotros?
LENGUA- Sí.
LABIOS-  No. No nos quedamos ya boquiabiertos. Y quizás nos corten... la llamada.
LENGUA- ¿Y si no fuese así?
LABIOS- ¡Venga va!... punto en boca.

lunes, 4 de abril de 2011

JAULA & IMAGINACIÓN

JAULA- ¿Qué deseas ahora?
IMAGINACIÓN- Solamente una cosa, y antes de que le eche a esto mucho de lo mio... ya sabes que me recreo en mi propio regocijo imaginativo.
JAULA- Lo conozco, de veras... y presiento tus intenciones.
IMAGINACIÓN- Igual sí, pero no te creas que me has vuelto a atrapar con las manos en la masa... gris. En este cautiverio me desenvuelvo con lo que hay; a veces mucho, otras menos... adaptación al medio de ficción, o eso es lo que me cuentan las fábulas cuando les pido consejo.
JAULA- Disimulas bien, triquiñuelas aparte. Todo y que no por mucho agitar a la inspiración desbravada, mi estructura de alineados y finos barrotes se va a resentir eh.
IMAGINACIÓN- Bueno, ya me estás intentando transmitir un miedo que no tengo, y menos en este limitado margen por el cual me retienes.
JAULA- Es tu espacio reducido; particular, e intransferible. No me porto tan mal contigo.
IMAGINACIÓN- No... si yo... con dar un par de saltos ligeros, acompañados de la sensación espabilada de separarme del suelo, me conformo, y de largo.
JAULA- Entonces... ¿Qúe otra cosa esperas?
IMAGINACIÓN- Que sueltes la cuerda antes de que yo tire de ella. A la mínima que pueda replegaré a la inventiva, lo aviso con antelación eh.
JAULA- Ah...
IMAGINACIÓN- Francamente... mis alas suspendidas desaprueban los permisos para coger forma; no entienden de articulaciones, ni de menguadas extensiones. Entre las cuatro esquinas blancas, las reflexiones captadas son juguetes que la mente recicla para sus ratos de dispersión mundana. La confianza es su pañuelo; la paciencia su vestido, y un par de modestas ocurrencias cubren sus pies para que no pise más allá de lo que mi zancada pueda alcanzar.Si no llevo esto a rajatabla, ocurre lo de siempre... que las aspas del esfuerzo se me quedan clavadas en los cuartos y mitad; siendo el divertimento el que marca mi tiempo, con un repique de campanas que sale de mi pulso. Curiosamente se les conoce por latidos... pero no son otra cosa que los ecos de las pulsaciones.
JAULA- ¿...Y eso es malo?
IMAGINACIÓN- Puede serlo, pero lo ignoro. Taquicárdicos tecleos a la larga... algo puede ser... bueno o malo... no dictamino, ya se verá. Sin embargo, preciso de esa intensidad instintiva a la hora de pellizcar mi úlcera cerebral. Sin estímulos, las hélices gandulean en sus giros cotidianos, y eso acaba en rutina existencial. Por lo tanto, no dejo que la inventiva se vicie en las ecuaciones de palabras, que a modo de incógnitas despejadas se ponen en boca de todas las soluciones. Mejor despejarlas fuera que ponérselas a la vida conformada al pie... ¿no te parece?
JAULA- Umm... lo dudo.
IMAGINACIÓN- De verdad. No te miento. Sin nervio que dirija y coordine las incursiones... las células gliales abandonan al escuchar los cantos de sirena, y le hace compañia en sus gárgaras de fantasía hervida; dejando licuada su afonía en un par de terroristas neuronas, que atentan contra cualquier dedo que esté afiliado al descanso y a la pasividad de no soñar.
JAULA- Para eso estoy yo. Ya me encargo de abortar esas acciones ¿no?
IMAGINACIÓN- Bueno... has logrado incautarme muchas veces el queroseno dactilar que abrasa las yemas de mis dedos cuando caen sobre una cama de letras. Pero desconoces el zulo dónde me esconden la partida de amonal creativo.
JAULA- Yo... sinceramente, te animaría a empuñar la escoba de la relajación... y tras barrer los párrafos con esmero y dedicación... haría un desinfectante borrón y cuenta nueva; escondiendo los textos que queden debajo de la alfombra. No sea que decidas pasarlos en un futuro a limpio.
IMAGINACIÓN- ¿Y dejar de volar entre las nubes tintadas que manchan mi fuselaje de papel?
JAULA- Eso mismo. Siempre acabas cruzándolas, y así rompiendo su cargado y nublado sudor. Permíteme que te recuerde que aún tienes muchas horas de vuelo por acreditar.
IMAGINACIÓN- Sí... tantas como aterrizajes forzados en mi hoja de servicios a la comunidad del pensamiento. Pero sin embargo... aquí me tienes ¿no?
JAULA- Venga. Me has convencido otra vez. No te encierro más. Anda... vuela y déjate volar.
IMAGINACIÓN- Entonces, ábrete.

miércoles, 16 de marzo de 2011

AGUA & FUEGO

AGUA- ¿Querías algo?
FUEGO- Simplemente era para saber si te vas a acercar.
AGUA- Buena pregunta la tuya, con esa sincera curiosidad que te acompaña a todas horas.
FUEGO- Respóndeme ¿no?
AGUA- Claro. Desconozco mi desembocadura, que te quede claro. Por lo tanto de poco te sirvo... no soy dueña de mi arrastre.
FUEGO- Sabrás por lo menos por dónde andas ahora.
AGUA- Ni eso. Sobran los comentarios sobre mi constante cambio de tercio.
FUEGO- Ya...
AGUA- Igual me dejo seducir por los saltos suspendidos de las cataratas, que avanzo envalentonada bajo la guiada ruta que me marcan los brazos de cada una de las dos orillas. Y es que...
FUEGO- ... Sigue.
AGUA- Nada... eso, que ocupo mi lugar en el cauce cuando se presenta así el viaje; llevándome conmigo a los pesos flotantes que aparecen a mi paso; con la ligereza ajena que me marca el compás impulsivo de las corrientes y sus diversos ritmos.
FUEGO-  Y algo más...
AGUA- Por descontado que sé lo que quieres decir... y sí, no indulto de la limadura de rigor y su suave redondez a cualquier piedra,cubriéndola fugazmente con mi escurridizo arrumaco.
FUEGO- No se puede percibir, por mucho que lo quieras dejar ver, un mínimo rastro de quejica acción involuntaria.
AGUA- No, ni mucho menos. Hay transcursos que gotean más incómodas asignaturas.
FUEGO- ¿Por ejemplo?
AGUA- Las circulación subterránea por serpenteantes arterias de plomo,cobre, y p.v.c.
FUEGO- Por citar algunas.
AGUA- Bueno, sí. Por no hablar del tortuoso y deslizado paso por el estrecho residual de cualquier ciudad.
FUEGO- De eso, al chorro claro y limpio... sólo existe una mano de por medio, y un grifo que se abra.
AGUA- Claro, lo dices porque no sabes lo pringosa que es la química desengrasante con la que debo dejar cuberterías brillantes. Nos suelen mezclar para ser más efectivas, entra dentro de la subcontrata higiénica.
FUEGO- Sabes qué...
AGUA- Díme.
FUEGO- Me ha venido a la memoria, y no me preguntes porqué eh... lo curioso que se hace a la vista tu cambio de forma en los diferentes estados.
AGUA- ¿Curioso el dejarme de hielo con el frío extremo sorteándome en una incesante y cortante gelidez? Te refieres a eso ¿no?.
FUEGO- Afirmativo.
AGUA- No es agradable. Pero a estas alturas no sé si el deshacerse en los elogios del bochornoso calor es lo más adecuado.
FUEGO- Esa consistencia perdida... le sacas como nadie los colores al positivismo, para pasado un tiempo moverte en tu primaria naturalidad.
AGUA- Me adeudan muchas litros, producto de las sequías en las que jamás naufragan. Pero me da igual al gusto que llueva, mientras me surta con hectolitros de insípida sed mineralizada... me sobran desiertos sin manantiales.
FUEGO- Ya nos dijo el volcán que algún día volveríamos a ser lava. Y entonces la vamos a montar buena.
AGUA- Yo con seguir haciendo de cada bache un charco me conformo.
FUEGO- Y de la tierra un barrizal.
AGUA- No hables mucho... que tus besos intensivos acaban fundiendo metales.
FUEGO- La inerte suavidad de los tuyos los oxida, que no sé yo qué es más conveniente para su aspecto.
AGUA- Te percibo con una irónica chispa hoy que no veas.
FUEGO- Bueno... ya me tocará batallar, y volverme más inofensivo cuando me tope con las pinturas ignífugas que me bajan los humos y me privan de alimento.
AGUA- Uf... si yo te contara del salitre. Mejor dejarme correr, que gano en potabilidad. Algo similar a lo de escaldar la piel y esconder la llaga que me contaste hace tiempo.
FUEGO- Sigue tu curso... no hagas mucho caso.
AGUA- Mientras las buenas intenciones no se queden estancadas por un lado, y se extingan por otro.
FUEGO- ... Llama.
AGUA- No lo digas muy alto, que no te oiga el viento, que seguro que sopla y la apaga.
FUEGO- Es cierto. Pero a ti te volverá marejada, no estás exenta de su bufido tampoco.
AGUA- No. Venga... hasta otra quemadura.
FUEGO- Prendida está.

martes, 8 de marzo de 2011

VISTA & NIEBLA

VISTA- Hola...
NIEBLA- ¿Lo ves todo bien?
VISTA- A ti sí, bien acomodada y abarcando todo ahora mismo.
NIEBLA- Bueno... pero ten en cuenta que no tardaré mucho en levantarme.
VISTA- Me sirve de alivio saberlo, gracias. Aunque tampoco es que quiera precipitar tu partida eh, no vaya a ser que mi claridad te lleve a una mala interpretación.
NIEBLA- Me hago responsable de tus borrosas imágenes visionadas. Pero déjame decirte que no deberías forzarte tanto para ver más de dos metros por detrás de mi.
VISTA- Soy consciente de ello, lo sé... esto de estar de forma panorámica al servicio de los ojos... agota, de verdad. Me debo a esas miradas, no lo niego, pero algunas veces podría desistir en mis observaciones un poco; pese a que si no andan cruzándose, y desnudando abrigados reflejos... están quitándole la escarcha a los destellos congelados.
En fin... que deambulo entre miradas bondadosas, granujas, miedosas, atravesadas... o me dejo arrastrar por el iris de las perdidas, las irreverentes, y las complices. ¿Me sigues?
NIEBLA- Si, sí, y te cubro. Perdona mi silenciada presencia en este instante, pero es que he caído en la cuenta de mi grave espesura matutina.
VISTA- ¿Te estás cerrando?
NIEBLA- Algo sí, pero no es mi intención... la naturalidad manda.
VISTA- Pues yo al revés... aquí sigo con el sueño dando vueltas de campana en los arcenes del subconsciente.
NIEBLA- ... y es que además te han chirriado los párpados a la primera clavada de ojos.
VISTA- Sí, no le hice el mantenimiento a su debido tiempo e igual se ha diluido el lagrimeo de tantos guiños en seco.
NIEBLA- Me sabe mal someterte a este esfuerzo...
VISTA- No pasa nada, no te veo mala intención.
NIEBLA- Es que no lo puedo evitar; es ver tu esfuerzo por limpiar la claridad... y me muevo con ese halo espeso que abofetea con ironía a la nitidez de las pupilas.
VISTA- Plantéatelo siempre con la incertidumbre captada desde un enfoque de horizontes, ya sabes... de esos que desfilan nivelados en la lejanía.
NIEBLA- Pero es que sin querer me desconciertan los abrazos imantados. Cada amanecer aparezco superfluamente entre los bostezos legañosos y soleados de la mañana.
VISTA- Deberías dispersarte más de lo que lo haces.
NIEBLA- Puede ser un consejo cargado de sensatez, sí. Bueno... me voy a dejar llevar entre esta bruma.
VISTA- Te veo.
NIEBLA- Me despejo.

lunes, 14 de febrero de 2011

HILO & FISURA

HILO- Buenas tardes.
FISURA- Anda... que sorpresa.
HILO- ¿Cómo te va?
FISURA- Por aquí... observando las fases doloridas del movimiento bruscamente articulado.
HILO- Todavía acreditas a las testificadas consecuencias con reacciones discretas ¿no?
FISURA- Puede que sea así, no sé... pero es que hurgar sobre una incisiva decisión me va; dividir franjas abstractas a cada lado, y darles el trato comedido que requieren... lo que el cuerpo pide, claro.
HILO- Será el cuerpo, sí... pero la mente también tiene boca.
FISURA- Claro, pero esa ya entra en la parte cicatrizante, y no hace falte que te diga que te utiliza. Dirás que eres consciente, pues por eso tienes la licencia de firmar las faenas para la eternidad sobre las heridas.
Pero, ¿tú qué?... cuenta algo.
HILO- Aparte de lo que me acabas de decir, y que es cierto... ahí sigo, uniendo partes y contrastes; trasladando áreas separadas en un proceso equitativamente unificado... todo muy lineal, no te creas.
FISURA- ¿Y te siguen?
HILO- Pues, aunque parezca extraño... sí. Yo sólo desenrollo y sacudo la alfombra remendada con partes de mi. Al agotamiento jamás le gustó la fría sensación de caminar sobre suelos embaldosados de barras de hielo... cada uno tiene sus manías, ya ves.
FISURA- Siempre se te ha dado bien el sumergirte en los reparadores gestos que taponan el paso del aire.
HILO- Bueno... depende eh. Cada textura tiene su no sé qué, y ya será porque he perdido tirantez, o porque me enredo con más frecuencia de la debida, que mis inmersiones pespuntadas se han vuelto despreocupadas y kamikazes a la vez. Vamos... que si me tengo que quedar en un doble, ya buscaré la forma de deshilarme a base de tirones.
FISURA- Te comprendo. A mi me sucedió algo de similar trasfondo pero diferente parecido; me olvidé en las orillas que creé a la conciencia, y cuando me di cuenta y la llamé, no podía caminar. Los fugaces besos de hola y adiós que le daban las olas a los tobillos habían hecho mella en sus articulados movimientos. Me acuerdo de ese barrido salado; con el manto arenoso y húmedo de huellas separadamente medidas.
HILO- Sí, lo he visto alguna vez. Aunque a mi me salvó el zig-zag, soy más difícil de seguir cuando serpenteo sobre cualquier superficie, ya sean sedosas, aterciopeladas, o gastadamente rasposas.
FISURA- Pero tienes otros materiales que reparar ¿no?.
HILO- Por supuesto, pero nada es comparable a nadar en alternancia sumergida; tomando aire discontinuamente sobre una epidermis cortada. Habrás oído que muchas veces me pierden, aunque eso ocurre porque quieren... basta solamente con que me enhebren en la cabeza; me aseguren con un doble nudo, y tiren de mi; igual que esa canción que te sabes de memoria y tarareas sin saber porqué, pues así..
FISURA- Claro, pero de no pasar...
HILO- Entonces descanso. Dejo a mis ideas abrazadas a un cilindro, con toda mi longitud de expresiones enredadas en una madeja, hasta que la punzante y puntiaguda inquietud me vuelva a clavar por los tejidos de la imaginación rota.
FISURA- Me hago cargo, y astillosamente trizas sólo de pensarlo.
HILO- Es que yo sin roturas no me siento útil, son mi razón de ser.
FISURA- Pero te dejas llevar demasiado por el pulso ajeno, y a veces al destino tímido le tiembla mucho, lo suficiente para que no selle y trace su reparada energía rectilínea.
HILO- Ya... me han hablado de que las grapas insensibles tomarán mi relevo en breve, así que no me preocupo. Pero te lo digo en voz baja eh, que no se enteren los alfileres, que se podrían quedar clavados del susto.
FISURA- Tranquilo, soy muy discreta, vivo entre particiones.; capaz de susurrarle a un golpe fuerte con el  hilillo de voz más inaudible... de esos, de los tuyos... ya sabes, corto y rasgo... y duelo porque me tocan.
HILO- Pues venga, hasta otra. Para cualquier cosa que quieras saber... puedes tirar de mi.
FISURA- Vale, no te lío por hoy, que no soy yo quién mueve la marioneta.

jueves, 3 de febrero de 2011

ESCALOFRÍO & TEMPERATURA

TEMPERATURA- Diga...
ESCALOFRÍO- ¿Me han sentido?
TEMPERATURA- Con la brevedad que te caracteriza, pero sí.
ESCALOFRÍO- ¿Quieres decir...?
TEMPERATURA- Y tanto. He visto ese trayecto fugaz con el que recorres la espina dorsal sin virajes a ningún extremo, ni frenadas en seco, no dudes de eso.
ESCALOFRÍO- Es un viaje de sensaciones frías ¿no?
TEMPERATURA- Sí, heladoramente sensitivas.
ESCALOFRÍO-A mí me gusta compararlo con esos versos miedosos que son recitados a bajo cero, con la única compañia de la hiriente soledad, desempeñando ella sola su tarea de apuntadora. Con un repique de dientes de acompañamiento acústico, y un par de pies inquietos, que marcan por separado una descoordinada coreografía sobre los suelos que parecen espejos.
TEMPERATURA- Es verdad. Añádele también unos latigazos granizados con destellos del alba. A este paso no me extrañaría que los pingüinos acaben pidiéndome unos fracs de felpa para sus paseos glaciares.
ESCALOFRÍO- Aún así, puedes equilibrar a la tibieza. Presiento gestos nerviosos de reacciones maniatadas. Y antes de nada... que no se nos olvide que las cuerdas de los falsos sosiegos se cuelan entre la estructura del sentir. Ahora que se abrazan fuertemente con el nudo bien prieto, quedaría bastante curioso un lazo bien llamativo ¿no crees?
TEMPERATURA- Sí, pero ya se los he visto usar a los pensamientos hipotérmicos. Al abrir la persiana vienen directos a la cabeza. Cómo si de congelados fogonazos solares se tratasen. Traspasan los cristales, de veras te lo digo. El otro día sin ir más lejos, las palabras al trasluz derivaban en oraciones compuestas que crujían a cada dentellada reflexiva de la neurona más introspectiva e insensata que haya rozado nunca. Será por el hecho de que fragmentan abusivamente su agrietado sentido en oído ajeno, o porque se esconden entre bastidores, y sólo salen a saludar una vez finalizada la obra. A la que ya no le queda ni un ápice de teatralidad ficticia.
ESCALOFRÍO- Vale, pero... ¿Qué hacer si la fiebre se queda clavada a un paso de mi marca?... ¿Alzarla con el hidráulico impulso de los brazos agarrotados hasta ese horizonte final?... Te recuerdo que cada noche que lo miro, lo veo con menos horizontalidad, y mucho más desnivelado.
TEMPERATURA- No te preocupes por eso, ya me ocupo yo de ponerle la puntuación en la escala gradual, con algún que otro salto nulo. La marca no se pisa, se roza, y poco a poco recupera su uniformidad original.
ESCALOFRÍO- Ya... pero yo...
TEMPERATURA- Tú... sigue igual, con tu naturalidad al desnudo. Sintiendo cada página que se pasa con la punta de los dedos cómo si fuese la primera, pero teniendo siempre a la vista el índice, por si hay que retroceder y hacer alguna que otra relectura. Deja que los pensamientos se pongan al mundo por tintero y salgan de nuevo por esas calles a dar vueltas. Sobretodo, observa con descarada prudencia. Es la única manera de entender un poco de dónde viene el frío y dónde se esconde el calor. Una vez tengas un cuarto de la mitad claro, aprenderás a no caerte, sujetándote en la baranda ascendente. Es así la mejor manera de sentir la indecisa tibieza templada al tacto.
ESCALOFRÍO-No prometo nada nunca, pero lo intentaré, gracias.
TEMPERATURA- Soy consciente, aunque yo siempre te he visto capaz. Hasta otra toma.

jueves, 30 de diciembre de 2010

CUENTO & ESCRITURA

CUENTO- Hola.
ESCRITURA- ¿Eres quién creo?
CUENTO- Érase una vez y las que hagan falta... has acertado.
ESCRITURA- Se agradece oírte.
CUENTO- Pero seguro que el otro día te gustó más en otra voz.
ESCRITURA- Sí... a mí y al resto de orejas receptivas que prestaban atención a tu principio, cuerpo, y clausura. Por eso siempre que te escribo, me falta tiempo para ir a dejarte en la boca de la narración.
CUENTO- Por supuesto, me adapta y modula a la perfección, con ese estilo tan sutil y tan suyo.
ESCRITURA- Estoy de acuerdo. Ya me ocupo yo de colocarte en buenos labios.
CUENTO- ¡Ah!, espero que me me deposites ahí en breve para seguir, que la lectura amplificada del otro día era sólo una parte. Que no se quede en un "Cuentus-interruptus", vamos.
ESCRITURA- No padezcas, queda poco, o nada por atar.
CUENTO- Es que me tienes aún en el ecuador del grosor del papeleo.
ESCRITURA- ¡Uf!, ahora no te sabría decir. Llevas demasiado tiempo surcando en las olas de tus hojas. Tal vez haya llegado el momento de pasar página.
CUENTO- Ni me acuerdo, la verdad. Tengo ya tantas fábulas tatuadas en mi cuerpo que... ya ves.
ESCRITURA- Bueno, si mal no recuerdo... continuabas con la sencillez desnuda y bella de una Cenicienta contemporánea de protagonista principal, ¿no?
CUENTO- La misma que me escribes, sí. Esa que deja metros de ventaja a las refinadas divas del maquillaje al por mayor y el exceso de halajas; la que les adelanta con su esbelta y clara silueta sin apenas despeinarse. Y que conste que jamás presumió de esa facilidad para bailar descalza sobre los cactus. Prefiere estar sacándose pinchos de sus pies, que hacerlo con los cristales rotos de esos zapatos que se empeñan en calzarle.
ESCRITURA- Ya sé... es la amiga del alma de aquella Blancanieves que se despertó del coma al sentir el lenguetazo de un majestuoso y desconocido sapo. La que abandonó a sus siete pequeñeces... no paraban de trabajar para ella, y tan estrecho margen de descansos le causaba remordimientos.
CUENTO- Sigue... veo que me he ido al cielo ante tu memoria.
ESCRITURA- Échale un cable, que no le viene mal nunca. Eres consciente por lo que te toca que le cuesta poco quedarse en blanco mate.
CUENTO- Pues, lo que me marcabas con las teclas... que acababan aliándose entre ambas. No sin antes finiquitar a la hada madrina de turno. Le daban las gracias de manera figurada con un par de  calabazas de sonrisa mellada, y un carruaje del que tiraban cuatro tortugas, para que no las alcanzase en años. Por lo que plasmabas en mi interior, se hacían con los servicios de un tal Pulgarcito, que les regalaba a cambio de legumbres sus servicios de guía. Me cuentan que el individuo en cuestión no sabia leer los mapas, ni manejaba la brújula con soltura. Pero estaba corroborado su efectivo método nada ortodoxo del garbanzo discontinuo.
ESCRITURA- Mientras llegasen al enclave elegido...
CUENTO- Llegaron, algo tarde pero llegaron. Y una vez en el bosque encantado, hicieron migas con una Caperucita mochilera. Ésta les subministró toda la energía que tenía el tarro lleno de miel que le iba a regalar a su abuela. No departieron mucho, ya que el lobo amaestrado le guardaba un baile en el carnaval del valle secreto.
ESCRITURA- ... Y si mal no recuerdo, ahí me quedé sin tinta.
CUENTO- Correcto. Me puedes seguir si quieres eh.
ESCRITURA- Sigo... resulta que al acabar el tarro de miel a cucharadas feroces, y sin dejar tiempo a que el organismo asumiera tal empalago, decidieron que podían pasar la tarde asistiendo de espectadoras a un partido de fútbol que se jugaba de manera sumergida a veinte mil leguas. El viaje fue húmedo, pero lo peor se lo iban a encontrar al llegar. Al parecer los dos equipos acordaron una suspensión temporal. Existía una desigualdad numérica por parte del equipo diminutivo formado por: Los Siete Enanitos, y Los Tres Cerditos. El combinado de estrellas del equipo contrario, que eran personajes ilustres entrenados por Edgar Allan-Poe y  Hans C. Andersen, no quiso aprovecharse de esa circunstancia.
CUENTO- Faltaba un jugador para llegar a completar el once inicial ¿no?
ESCRITURA- Sí, fueron tan recelosos con Barba Azul, que antes de entrar al vestuario le hicieron enseñar la pata de palo por debajo de la puerta, y... se partió. Les quedaba la opción de incorporar a El Capitán Garfio de portero, pero la funesta tesorera del club, que era La Lechera... la que llevaba las cuentas en el saco roto de la avaricia, descartó esa incorporación. Dijo que cada parada salía a balón pinchado... la operación era deficitaria a todas luces.
CUENTO- Me veo acabando mal.
ESCRITURA- Ya me encargo yo que no sea así. De verte en apuros puedo hacerte llegar una lámpara mágica y sus tres deseos. Y si no te basta con eso, le ordeno a narración que exclame un fuerte "ábrete Sésamo" en modo imperativo.
CUENTO- Pero... al final me vas a colocar la guinda de punto final ¿no?
ESCRITURA- No, esta vez no. Ni tan siquiera ese sonrojado adiós del colorín colorado...
CUENTO- Gracias... muchas gracias por no ponerme un fin.
ESCRITURA- No se merecen. El mérito es tuyo por ser el cuento de nunca acabar.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

ASPEREZA & TERNURA

ASPEREZA- ¿Qué quieres?
TERNURA- Bueno...
ASPEREZA- Venga, que no tengo todo el día.
TERNURA- Vale, constato que sigues deslizándote por caminos áridos y bruscos.
ASPEREZA- Correcto. Mi cínica sagacidad sigue en la contienda con su indefinible raspa y corta. No te lleves a engaños con mis formas, tienen muy poca mano izquierda. ¿Qué andas haciendo?
TERNURA- Ahora mismo ordenando los afectos precoces en el atril del subterráneo.
ASPEREZA- ¿Todavía cabe algo?
TERNURA- Siempre hay hueco para unas cuantas bolsas de fraternidad en la caja de cartón dónde amontono las empatías sobrantes.
ASPEREZA- Si eso te compensa en un futuro.
TERNURA- No pienso en ello. Pero ya me siento feliz sólo de ver como se suspenden en el aire; acortando y ensanchando los muelles que les regaló la generosidad. Se pasó por aquí el día que le vino en gana a estrecharme la mano con su impulso; salto a salto, hasta tocar techo.
ASPEREZA- Elástica acción, ¿no crees?
TERNURA- A ti te lo parecerá, pero yo creo que esas tonterías, que es lo ibas a decir, que te conozco... si salen con naturalidad no son otra  cosa que eso, lo natural... y ya por ser así, vuelan por encima de toda acción prefabricada. Me refiero a la artificial actitud sin materia prima, claro está..
ASPEREZA- Sabes desde hace tiempo que devuelvo a cualquier remite las invitaciones a las conferencias de la suavidad ilustrada. Carezco de la paciencia suficiente para permanecer ni tan siquiera unos diez minutos en el aula magna, y menos con la delicadeza que se requiere en tales eventos... ni en broma, vamos.
TERNURA- Siempre te digo que puedo adherir con mi espesa dulzura un par de asas en la taza de tus irritantes desayunos.
ASPEREZA- Me he acostumbrado al olor de esa chamusquina... no te preocupes.
TERNURA- Sí, y me lo creo. Por eso tienes las manos llenas de llagas producto de esas quemaduras. Sé muy bien que entre sorbo y sorbo, y mientras sostienes la taza que rebosa tu mala leche hirviendo, los soplidos tardan en hacer efecto, y de poco te sirve que se enfríe, si ya desciende por tu tráquea quemando el interior con la lágrima floja dolorida.
ASPEREZA- ¿Me vas a ofrecer de nuevo tus curas de humildad?
TERNURA- No, puedes estar tranquila, no tengo ni vendas en mi botiquín de ayuda. La última vez que la superioridad y su engreída sombra vinieron a merendar usaban de excusa que iban al cuarto de baño para abrillantar sus dientes de oro y...  no dejaron ni el agua oxigenada que utiliza dulzura cuando le muerden la vena aorta a traición, así que ya ves...
ASPEREZA- Yo tampoco tengo eh.
TERNURA- Pero lo tuyo no me extraña. Le das tantas veces a la amabilidad con la puerta en las narices que...
ASPEREZA- Sigue, sigue, no te cortes.
TERNURA_... No lo hago. Pero la verdad, que da lástima mirarla de perfil, por decir algo, pues resulta hiriente ver la chatura nasal que le has dejado a su llano rostro a golpe de maneta, cierre, y doble vuelta de llave.
ASPEREZA- ¿A ti nunca te he contado que los esquinazos son los que dan sentido a los rincones?
TERNURA- No, ni falta que hace. Yo me pongo desde hace mucho a salvo entre esos recodos angulares. ¿Dónde te crees que apilo a tus similares para que se limen entre ellas?
ASPEREZA- Espero no ver eso jamás, mi uniforme e irregular superficie no entiende de esas lisas mutaciones.
TERNURA- No dramatices tanto, que no has visto nada. Si hubieses leído los versos del beso torcido con los labios helados... aún te respetaría, que no comprender. Pero... no me negarás ni una ni tres veces que el papelón que interpretan las formas abiertas es sencillo, ya me gustaría verte a ti esparciendo grumos de belleza sobre el vientre liso del alma desnuda; todo un ejercicio artesanal de llana y aterciopelada técnica. Para el cual no hace falta ningún método, ya que cualquiera podría ser el personaje guionizado que ni gana ni pierde, sino que simplemente actúa.
ASPEREZA- Venga va... te dejo colgada.
TERNURA- ¿Tienes prisa?
ASPEREZA- La suficiente para no seguir escuchándote.
TERNURA- Entonces... un abrazo. ¡Ah!... y vigila con hacerle muescas a la dura conducta, no sea que de tanto afilarla te la claves accidentalmente en tu subido gesto desairado. Te lo comento por lo que le ocurrió hace poco a la antipatía. Pero eso lo dejamos para otra llamada ¿no?, hoy creo que ya he desgastado demasiado el tacto en tu basto terreno.
ASPEREZA- De acuerdo... por una vez eh, y sin que sirva de precedente.

jueves, 23 de diciembre de 2010

DESCONFIANZA & INGENUIDAD

DESCONFIANZA- Hola, puedes hablar ¿no?
INGENUIDAD- Claro, no hace falta que me lo preguntes con ese tono temeroso.
DESCONFIANZA- Ya...
INGENUIDAD- No te tomes en serio mi comentario, era simplemente una apreciación irónica.
DESCONFIANZA- Te creo, de veras.
INGENUIDAD- Yo todo, descuida.
DESCONFIANZA- ¿Seguro?
INGENUIDAD- No lo dudes.
DESCONFIANZA- Vale.
INGENUIDAD- Deberías tener en cuenta que yo siempre me creo todo de todos, hasta de las malas intenciones. Las buenas se agradecen, y las malas con el tiempo cicactrizan. En el momento que dejan de respirar y puedes tocarlas, sin ese escozor que provocan todas las heridas... reconforta y mucho, el observar que existen  señales visibles, pero ya apenas recitan molestias entre los versos de los actos.
DESCONFIANZA- Oye va... que para esto no te he llamado, sino para ver si me puedes echar un cable sobre un tema concreto, o mejor dicho un problema.
INGENUIDAD- Cuéntamelo entonces.
DESCONFIANZA- Resulta que entre que he estado ocupada camuflando mis manos para no ponerlas en ningún fuego por nadie, y que de tanto mirar a los lados para controlar lo que se mueve a mi alrededor... pues que no he asistido apenas, o mejor dicho nada, a clase durante este último mes.
INGENUIDAD- ¿Y...?
DESCONFIANZA- Que doy por hecho que tú, con esa amabilidad que te ha sido asignada, me dejarás los apuntes que hayas tomado en tu cuaderno. Pero de paso, no me vendría nada mal si me ayudas con el estudio. Ya sabes... tomarme la lección tema por tema.
INGENUIDAD- Mal lo veo.
DESCONFIANZA- ¡No me digas!
INGENUIDAD- Pues sí. Es que exceptuando un par de veces llevo faltando lo mismo que tú, sólo que yo no pienso volver. No creo ni que me guarden el pupitre que pintarrajeo con mis frases inocentes.
DESCONFIANZA- Ahora me has matado, yo que creía...
INGENUIDAD- No será para tanto, no exageres.
DESCONFIANZA- Pero... puedes explicarme esas faltas de asistencia.
INGENUIDAD- Sinceramente, me veía venir. Y con la previsión latente de cubrirme las espaldas me apunté voluntariamente a un grupo de estudio, de esos que se crean al estilo coche escoba para realizar un trabajo. Un trabajo de esos que se hacen sobre una materia concreta para subir nota; el pelotón de los torpes que diría yo. Esa forma agónica de intentar llegar al aprobado justo, y por mi parte... dicha asignatura en cuestión, flojeaba mucho en mi capacidad de estudio y asimilación.
DESCONFIANZA- ¿Cúal era el tema a desarrollar en dicho trabajo colectivo?
INGENUIDAD- Complejo, era muy complejo y difícil para mí.
DESCONFIANZA- Pero...
INGENUIDAD- Versaba acerca de las conexiones palpables entre las malas intenciones y sus variadas fases de aprovechamiento de lo ajeno, no me preguntes el nombre que ni me acuerdo. Y para colmo, me asignaron un grupo junto a malicia, recelo, y persuasión... y con esas compañias no me encontraba del todo integrada. Bueno, ni del todo ni una parte siquiera.
DESCONFIANZA- Creo sinceramente, y aunque me cueste decirlo... que no estabas en un grupo de estudio afín, y tampoco el tema iba mucho con tus cualidades, que las tienes, pero para otros temas. Puede que fueses el parche en dicho grupo, resultado de mi ausencia.
INGENUIDAD- Puede ser, pero yo ahí no daba para más, por mucho que me concentrase. Y tengo que reconocer que lo intenté. Me apliqué en todo lo que a cargas de maldad interior se refiere. Puse a todas horas durante los días previos a mis escrúpulos de cara a la pared, con los brazos en cruz, y de complemento unas orejas postizas de cartón simulando las de un asno. Pero ni aún así. Por lo tanto, me largué de allí igual que llegué. Hasta diría que con una leve sensación de aliviada y tranquilizadora descarga de conciencia.
DESCONFIANZA- Entonces, vete haciendo a la idea de que la nota global del curso te bajará. Entra en la media, lo sabes ¿no?
INGENUIDAD- Es igual, no he sido nunca de dar la nota alta en los finales, ni en las despedidas. Si tengo que repetir chascos, pues lo hago y punto.Yo creo que a base de levantarme en las clases prácticas de las zancadillas... alguna vez podré decir que he aprendido paso a paso las lecciones, y que me las sé de carrerilla, vamos... digo yo.
DESCONFIANZA- Es una lástima que no me hayas servido de ayuda. Puede que ocupe tu vacante en dicho grupo si no te importa.
INGENUIDAD- Es lo que deberías hacer. Problemas de adaptación no vas a tener entre ese trio.
DESCONFIANZA- Creo que estás en lo cierto, pero una cosa... si por un casual te encuentras a alguno de los miembros del grupo de estudio por los pasillos, por favor... no les digas que he hablado contigo. Mejor que no sepan nada, no sea que conspiren maldades a mis espaldas. Ya sabes que una tiene una mala reputación que conservar.
INGENUIDAD- No hay problema, soy una tumba repleta de sinceridades.
DESCONFIANZA- No es que no me fíe de ti eh, pero es que...
INGENUIDAD- Que no pasa nada. Mis inocencias leen en braile las intenciones de las jugadas, por eso cubro con un pañuelo transparente la mirada de mi invidente confianza. Hasta otra.
DESCONFIANZA- Adiós.

lunes, 29 de noviembre de 2010

UNA PALABRA (entre tantas) & SILENCIO

SILENCIO-  _ _ _ _ _ _ _ _
UNA PALABRA (entre tantas)- Hola... ¿Me oyes?.
SILENCIO- Te habla el silenciador automático de la voz. En este preciso instante _ _ _ _ _ _ _ _  se encuentra de callada presencia. Deja tu extenso mensaje al notar que me callo, o tu voz rompa el _ _ _ _ _ _ _ _ _ , que viene a ser lo mismo.
UNA PALABRA (entre tantas)- Nada, era simplemente para ver si querías conversar un rato, pero ya veo... Bueno, es que en realidad iba a llamar a la ausencia, pero ésta no tiene ni contestador. Entonces se me ha ocurrido marcar tu número, a ver si sabías algo de sus difuminadas desapariciones... pero creo que tampoco me servirá de mucho. Entre sus fugas, y que la compañía le intimida... aunque no sé qué voy a decirte que tú no sepas de sus perdidos pasos. Esa enemistad dividida que se gasta con la presencia tiene mucho peligro, y me preocupa; saltan más chispas entre ellas que en los astilleros del averno, no exagero. Es lo que tienen los polos opuestos... todo y que la irreverente neurona solista, sigue escupiendo sus frases de flaqueza a la que puede; las recita sin rima y sin pausa, y lo hace desde que besa con lengua las catenarias de alta tensión por las que circulan los calambres de su impaciencia. La verdad... hay que echarle valor, eso no lo hace cualquiera, no.
A todo esto, que ya me voy por las ramas. Yo sigo igual, dejándome hilar con las de mi camada. Viajando de folio en folio y sin salirme de los márgenes que me marcan para subsistir decentemente. Aunque a la que se despistan la sensatez y la formalidad aprovecho y les hago el salto. Garabateo cartones con el sudor que me regala la fiebre, y revoluciono al mercurio por las entrañas del termómetro, igual que un insomnio macerando en el estómago de un aljibe lleno de café.
Supongo que todo va bien... o eso quiero creer. Aunque reconozco que inconscientemente nos difrazamos de palabrería complaciente en determinadas ocasiones. Algo de desparpajo tenemos, sí... o de abierta exteriorización mejor dicho; un teatro improvisado y envuelto en el papel de regalo de una actuación imprevista. Pero no te creas el argumento, que el guión se aprende de boquilla. Sabido es por los cinco sentidos que a la hora de expresarnos en las montañas del sentimiento, miramos fijamente al suelo y nos quedamos inmóviles, mientras una sonrojada mudez nos pone el antifaz de las miradas huidizas. Empujándonos violentamente para que saludemos al público que nos cubre con la vista, en un abrir y cerrar de telón.
Tampoco dejamos en la calle pasando frío a nuestros "hobbies", no... eso nunca. Los mantenemos a la sopa boba por un claro y desinteresado guiño a sus juegos altruistas; hirviendo a las letras en la cacerola de la tozudez hasta que burbujea la imaginación. Da lo mismo si aportan suficiente sentido, o no... vete a saber... las frases que peor lo llevan son las escarbadas del recuerdo, pero... no todo van a ser sonrisas. De segundo plato nos nutre la mano nerviosa con mil historias de corazones flameados que trae en bandejas sangrantes, y esos refritos de líneas quemadas con tinta cuajada de guarnición. Un menú de pulsaciones saludables, que ayunan cada jornada para ser cada vez más ágiles en los marcajes dactilares.
Así constantemente. No te digo nada...
Seguimos con las axilas irritadas, y los hombros enrojecidos por el peso de las mochilas cuando nos vamos de excursión por las páginas de algún cuento. No paso por alto el que nos dividan en grupos y nos transporten en nueve dedos... Sí, sí, en nueve, lo has oído bien. Y es así porque el pulgar de la zurda nunca tuvo tecla ni espacio que tocar. Se conforma con ser la gasa que desempaña el iris de los ojos. Definitivamente es su escudo ante las patadas que le propina a traición el sueño.
Las ideas... uf... no sé si se quedan en las pruebas preliminares de los proyectos, o sencillamente no logran la marca necesaria para superar el corte y pasar a la final. Pero por si acaso, entre entrenamiento y competición se dejan dopar. Les inyecto suavemente disimuladas dosis de helio por vía oral. Así dejan pasar el aire entre las sílabas de los párrafos clavados al tartán, y consiguen saltar las vallas mirando hacia atrás con un desenfado aireado pero de mueca inofensiva.
SILENCIO- Batería baja...
UNA PALABRA (entre tantas)- Cambiando de tema... el otro día me obligaron a reunirme en tomos de discursos oficiales con unas de mi especie, que no raza eh. Las palabras de rigor se hacían llamar... ¡Hay que joderse!. A estas alturas verse en estos fregados. Resumiendo, que me perdí por la atmósfera evasiva unos largos minutos; dándome golpes contra los muros invisibles que grafitean a escondidas las frases hechas. ¿Y todo eso para qué?, me preguntaba yo. Estaba claro que la incógnita de la ecuación, no era otra que estrellarme contra un globo sonda de verborreas, buscando infructuosamente vida en el lado inhumano del "Planeta Engaño". Sólo te digo que después de soltar amarras de la estación superficial con denominación de origen se partió el timón en dos... Shhhh... que no se enteren, pero no era de titanio... ahora lo puedo afirmar, muy falso... a mí no me la dan. Todo vale con tal de soltarnos entre las compuertas labiales, previo paso por la antesala dental, y sus esculpidos incisivos de punta limada.... no va a variar, ni mucho menos, nuestra opinión sobre el trato vejatorio al que nos someten las oraciones inacabadas y camufladas de cariño, pero con carencia de significado sincero al final.
Menuda parrafada te estoy soltando eh,  pero es que mi voz sigue sin crujir, aunque la mente ya tiene agujetas y pide su descanso calmado de tranquilidad. Pero ya queda poco para que pase la nube que abriga el horizonte en este atardecer. Y puntual a la hora de la puesta de sol; miraré hacia arriba, y volveré a ver esa constelación de palabras que se clavan en fila formando frases figuradas. Una detrás de otra... las vacías, las de apoyo, las de consuelo, las necias, las de amor, las sin sentido, las sinceras, las que se dicen con la boca pequeña, etc, etc...
¡Ah!, y las que nunca se dicen, ni se escriben, porque esperan pacientes su turno de pronunciación, o escritura. Les haré de Lazarillo si quieren pasear, no vaya a ser que tropiecen sus ciegos trazos. Acto seguido, les ataré unos sacos de arena a los tobillos...  para que no se las lleve el viento, evidentemente... doy mi palabra (una de tantas).
SILENCIO- Batería agotada...

lunes, 22 de noviembre de 2010

ÁNIMO & SONRISA

SONRISA- ... "Sonrisas S.I. (Saciedad Ilimitada)"... espere lo que dura una risa breve, y en unos segundos le atenderemos, permanezca con los labios cerrados. La mejor de nuestras sonrisas le hablará en nada.
ÁNIMO-             .......................................
SONRISA- Hola, le atiende el departamento de ventas; una de tantas sonrisas cómplices... sonría con su voz, por favor... le escucho.
ÁNIMO- Buenas, soy yo, llamé hace poco y estabais de entusiasmada fiesta. Ya me conoces ¿no?.
SONRISA- ¡Anda!, y tanto... nuestro cliente más fiel. Perdone que no le atendiéramos el otro día, pero es que subió el humor a animarnos, y nos cogimos el día de asuntos graciosos toda la plantilla.
ÁNIMO- Oye, que ya hay confianza, tutéame... por favor.
SONRISA- De acuerdo, tu dirás...
ÁNIMO- A ver... se trata de reformar un estado ajeno que está todo el tiempo en horas bajas, y precisaría de alguno de vuestros gestos, de esos que siempre encuentro entre vuestra gama de sonrisas.
SONRISA- Vale, pues ahora en el catálogo tengo.... un segundo...
ÁNIMO- Sí, sí...
SONRISA- Así, de pronto... tengo a carcajada y a su pariente la burlona. ¿Qué te parece?.
ÁNIMO- No, esas no se adaptan a el grado de entusiasmo que necesito transmitir. Ya me las llevé en un par de bajones, y no es que no funcionasen... es que resultaron cargantes, y algo pesadas en tareas compungidas.
SONRISA- Pero entonces .... ¿Te pueden servir o no?.
ÁNIMO- Para esta donación de optimismo no, sinceramente. Yo aún me apañaría, pero no vaya a ser que me rescindan el contrato por emplear a esas dos de herramientas. Que las conozco bien, e igual con tanto trabajo eufórico hasta le borran el rimel, y no es plan. Aunque tengo que reconocer que se adaptan bien a las desilusiones, dado que su material es muy flexible, y eficaz sobre las grietas que surgen en las paredes de la tristeza debido a los seísmos del desencanto.
SONRISA- Me hago cargo, lo sé.
ÁNIMO- Entre tú y yo, prefiero emplear otras herramientas más artesanales. Me da igual que sean rudimentarias, a veces se trabaja mejor con lo básico.
SONRISA- Bueno, pues aunque sé que me vas a decir que tampoco te interesa, tengo un pack de oferta.
ÁNIMO- ¿Cuál?
SONRISA- Es de esos de "3 por el precio de 1". Es que me obligan a ofrecer estas promociones antes de que caduquen. Hay un stock que para qué te voy a contar... si hasta pierdo la cuenta al hacer inventario en el almacén.
ÁNIMO- Pero...
SONRISA- Sí, sí, perdona, que ya me estaba liando. Se trata de la sonrisa cínica; que viene acompañada  de la frívola y la fingida. El otro día se las llevaron para un encargo de esos que nos disgustan, y por lo visto... mezcladas se convierten en una algarabía maquiavélica y cruel. Según nos hizo saber el espíritu malévolo que las adquirió, resultaron ser altamente eficaces en su cometido; sin ningún tipo de escrúpulo, y con una grandilocuente falsedad divisada a leguas. Además... no lo dicen, pero yo creo que con el tiempo dejan residuos de enemistad y odio en cada una de las muecas sobre las que se han usado... pondría mi boca en el fuego a que no me equivoco. Si te cuento que  no estamos ni autorizadas a sellarles la garantía de legalidad... figúrate.
ÁNIMO- No, ni hablar de ese tridente... pero gracias por aconsejarme.
SONRISAS- Entonces... nos podríamos dejar ya de marear la perdiz ¿no crees?. Y ofrecerte los productos que siempre te llevas.
ÁNIMO- Pues sí, tienes razón... ¿Todavía las elaboráis?.
SONRISAS- Por supuesto, aunque no están a la venta. Nuestro código de conciencia nos obliga a cederlas a cambio de que se usen, de no ser así, hay que pagar una penalización, y la parte proporcional de los días que se han reido a nuestra costa con ellas.
ÁNIMO- Pues antes de que el sedentarismo labial le ande vagueando entre el superior y el inferior; cerrándolos de manera hermética... mandármelas, por favor.
SONRISAS- ¡Hecho!... espera que tomo nota del pedido, si me equivoco me rectificas eh.
ÁNIMO- No te preocupes.
SONRISAS- Apunto: ... Unas unidades infinitas de medias sonrisas; con el grado equivalente de timidez y sonrojo... y alguna pizca de espera prudente, pero sin acabar de definir su lisa articulación en los labios, para no restarle naturalidad alguna; que así coja forma su sincera expresión.
ÁNIMO- De acuerdo, y...
SONRISAS- No sufras, no sufras, que no he acabado. Sigo: .... Y otras tantas unidades de sonrisas risueñas; con ese componente de agradable acción, sin llegar al punto de carcajeo estrambótico que le hace pasarse de frenada ante la primera alegría. Y... no sé, yo creo que ya está ¿no?.
ÁNIMO- Sí, me apaño bien.
SONRISAS- ¡Ah!, que se me olvidaba... ¿Cómo quieres que te las sirvamos?... ¿Embotelladas o enlatadas?.
ÁNIMO- ¿En tubos puede ser?, es que se aprovechan más.
SONRISAS- No hay inconveniente alguno. ¡Sonrisas por un tubo para ti!.
ÁNIMO- Gracias simpática, y hasta otra ocasión.
SONRISAS- Es un placer colaborar en estas tareas, y que te sirvas de nuestras existencias.

jueves, 18 de noviembre de 2010

TODO & NADA

TODO- Buenas tardes, pensaba ya que no ibas a descolgar.
NADA- Voy a medio gas.
TODO- Debe ser que yo quizás voy a mi propio gas, o sea a todo.
NADA- Ya... se te nota pletórico, no hace falta que lo digas.
TODO- Tampoco eso.
NADA- Entonces, entero... ¿Mejor?.
TODO- Más acorde, sí. ¿Y tú?.
NADA- Yo con sentirme ya tengo suficiente.
TODO- Bueno, dentro de esa vacuidad, por lo menos te sientes. Si quieres puedes hablar eh, soy yo oídos.
NADA- Suerte la tuya.
TODO- No te creas... ¿Realmente piensas que es una suerte?.
NADA- Sí. Hasta me atrevería a compararla con alguna especie de fortuna, de esas que se rozan con las mejillas de refilón, y sólo se dejan acariciar por el dedo índice del destino al hacer juego.
TODO- Mira tú... Pues no, no... ni mucho menos; Dejemos al destino en una suerte llana y simple, sin maquillajes ni vestidos de gala. Algo sencillo.
NADA- ¿Cómo...?.
TODO- Similar a los labios que chasquean a un milímetro de la oreja del azar, pero sin llegar al crujido de las mandíbulas atrapadoras.
NADA- Ya... me vas a empezar ahora con tus auto proclamas "Shakesperianas" de trasnoche, cafeína, y licor...
TODO- No es eso, pero ya sabes que al quitarle todo eso, se queda desnuda la sencillez.
NADA- ¿Y el pijama de humildad que te regalé?, para una vez que tengo algo que darte...
TODO- Se usa, no te preocupes... pero sólo para dormir. Los sueños tienen que transpirar.
NADA- No te pones en mi lugar, ya veo.
TODO- No lo dudes, claro. Pero entiende que para entrar en el Olimpo de las ensoñaciones sólo precisas de un puñado de imaginación, y unas cuantas hojas limpias de tinta. Impregnadas de tus blanquecinas gotas.
NADA- Ya... conozco bien ese lugar, no me hace falta añadirle ese plus de imaginación.
TODO- Por si acaso... igual que te exiliaste de allí, me pueden deportar a mí  y dejarme en ti.
NADA- Eso no lo dudes. Sobre esa cuestión te doy toda la razón. La vuelta hacia mí es de trazo sencillo y viaje aligerado. Pero puede que te resulte difícil de asimilar. No le sienta bien a todo el mundo, te lo aseguro.
TODO- No vaticines a la ligera... en caso de no existir el protocolo de cambios de estado... procedemos a improvisar y listo, no será la primera ni tampoco la última vez que recurrimos a eso.
NADA- Ya...
TODO- En los espacios vacíos y huecos aún no hace falta arrinconar los trastos precintados de textos sedantes. Hay sitio suficiente para poner las palabras en el epicentro y que dancen a su aire.
NADA- Por supuesto que sí... pero poco a poco se llenarán de pleno, y a mí me patinan por el pensamiento las muecas desencajadas y neutras de las mitades. Y ese es un punto por el que hay que pasar para llenar ese espacio, que no se te olvide.
TODO- ... Y si ahora te dijera que estoy mirando al horizonte de frente, y me está costando diferenciar si el mar está medio lleno... o es el cielo el que está medio vacío... o al revés.
NADA- Disfruta de la vista y no te detengas en esas apreciaciones. Pues al final es el viento el que rige el volumen del oleaje, igual que te obligará a cerrar los ojos si te sopla con fuerza de cara. Y espera, que no te lance necroscópicas miradas de arena... que empezarás a lagrimear en un agonizante parpadeo.
TODO- Tú crees...
NADA- No lo dudes. Qué quieres que te diga...
TODO- Lo que me dices siempre a continuación.
NADA- Sí, y es la verdad... que los tragos de conciencia pura no calman sedes arrepentidas... ¿Te vale?.
TODO- Esperaba escucharlo con un tono más salvaje.
NADA- No, los tonos altos hoy se los dejamos a otros. ¿Acaso no te basta la apuesta en la que se te juegan con el  doble?.
TODO- Y contigo, no te olvides... si ganan me doblan, pero de lo contrario me quedo contigo, o mejor dicho... me convierto en una parte tuya. Y ya te he dicho miles de veces que si metiéramos lo inexistente de ti y lo acaparador de mí en un tarro opaco... jamás sabrían lo que se van a encontrar al abrir la tapa. ¿Mira que si entre lo que falta y sobra, resultase lo mediado de la apuesta?.
NADA- Y... ¿Quienes ganarían la apuesta?...
TODO- Sólo triunfarían en el juego los que dan lo mio por lo tuyo, y no te esperan a cambio, ni a mí tampoco... por descontado.
NADA- Me estás liando.
TODO- Bueno, te voy a dejar en lo tuyo.
NADA- ¿Ya cuelgas?.
TODO- Sí, me he empachado.
NADA- Gracias por...
TODO- De ti...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

AMNESIA & MEMORIA

MEMORIA - ...
AMNESIA - Hola, sabes quién soy ¿no?.
M - Bueno... a vaya una le has ido a preguntar. ¿Qué tal?... ¿Cómo va la vida?.
A - Bien, ahora mismo atravesando un banco de niebla tras pagar en el peaje de tu autopista.
M - Ah...
A - No recuerdo la última vez que nos vimos, pero debe haber pasado ya un tiempo ¿no?.
M - Algo, algo sí que ha pasado. Confío en que no te estés haciendo "La Sueca" como siempre, para     ponerme a prueba.
A - No, descuida... que no me la hago. ¿El trabajo bien...?.
M - No me quejo, sacrificando neuronas cual matarife de ideas inquietas, qué te voy a contar que tú no te acuerdes.
A - No sé, pero me lo imagino.
M - Lo de siempre, hincando codos a cada rato libre. Me cuelo sin pase en la biblioteca de los nombres, gestos, y palabras... archivo seres y cosas en la libreta de siempre... pese a que me dicen con demasiada frecuencia que vaya con ojo, que un día de estos puede resultar todo una bomba de neutrones impetuosos que repartan añicos de muchos "No me olvides" por ahí. Pero con el descanso que le compro al sueño ya tengo suficiente. Al cabo de una horas ya noto otra vez a la energía dando cabezazos en la puerta legañosa.
A - Pero entonces... ¡No te quejes!, que algo descansas. Lo tuyo va a ser más de vicio, creo yo...
M - Ya te he dicho que sí, pero sólo en el momento justo que le cedo los sentidos a Morfeo. Lo malo es que en ocasiones se deja mis tomas de aliento oxigenado olvidadas por ahí. Sobretodo en las callejuelas de los adoquines insomnes. Por esa razón, a la mañana siguiente tengo ráfagas de vislumbres olvidados, de esos que faenan sonámbulos y a contracorriente en el océano del sueño.
A - ¿Y no podrían ser pesadillas?.
M . No creo, pero tampoco lo sé con seguridad. Siempre he sido fácil de hipnotizar en cualquiera de las ensoñaciones, y de sus fases transitorias.
A - Algo parecido me ocurre a mí. Pero yo diría que conscientemente. En los momentos que tengo amagos de chispa creciente... se transforma toda lucidez en cuarto menguante, hasta eclipsar las pocas luces que iluminan a mi capacidad de asimilar. Antes de que se me pase... ¿Tus hermanas...?.
M - Bien, cada una con su vida. "Retentiva" no para.
A - Seguirá igual de impaciente y atenta ¿no?... me la veo, con lo mal que nos llevábamos en las clases de ejercicios de cálculo.
M- Ya sabes que es muy nerviosa. Pero se excusa en que a ella se lo dan todo masticado. Por eso tiene aún una dentadura sin un lapsus picado. En cambio a mí... la que me preocupa es "Fugaz". Siempre está sondeando los pozos secos, y claro... se le va muchas veces el llanto al cielo. Y para colmo, a la que tiene algo de tiempo libre y está despejada, se dedica a pasar largos ratos con los peces. Que cada vez tienen menos capacidad que ella para apretar el gatillo de los minutos suprimidos. En dos segundos está fijada la marca a batir. Así que... al paso que va, no sería de extrañar verla en breve compartiendo lóbulo contigo.
A - No creo. Ya sabes que voy muy a la mía... además, ahora estoy pagando un elevado alquiler de reminiscencias.
M - ¿De veras?... y yo que pensaba que era de renta baja. Porque me parece haber oído que sólo pagabas si estabas de paso, y de modo simbólico.
A - Pues no, lo mío es un derroche de remembranzas cada mes por habitar en tu edificio. Espero que lo tengas en cuenta cuando revises el contrato con el administrador de los momentos imborrables.
M - Uf... vaya uno. Entre él, y la conciencia no paran de darme cheques en blanco para que me olvide de todos sus errores. Y no contentos con eso, hasta me han ofrecido cantidades de dinero negro elevadas, con tal de que les ceda los derechos de mis pensamientos, venden sus auto exámenes si hace falta a terceros.
A - Pues a mí no me costaría nada venderlos. No sería tampoco la primera vez que hago trueques con algún remordimiento. Total, sé que no me voy a acordar pasado un rato.
M - Tengo que dejarte "Amnesia". Voy a ver si como algo, que veo que la palidez se acentúa ya en mi rostro. Y no me gustaría quedarme hoy precisamente en blanco.
A - Pues entonces, hasta otra. Espero que no te cuelgues mucho eh...
M - Muchos recuerdos a todo el mundo de mi parte.
A - Vale, cuando te quedes trabada, ya sabes... aquí está tu amiga de pupitre "Amnesia" para ayudarte a no rememorar nada... Mándame una perdida...
M - Vale, no hace falta que me nombres dos veces... y paso de tomar nota._